En las grandes tardes parlamentarias el éxito en un debate se masca en la bancada y se nota en las caras de propios y extraños. Esa es la sensación que he tenido cuando tras los últimos aplausos, he salido al hall del Palacio de Congresos y he visto las caras y el ambiente que allí se respiraba. Siempre decimos que los socialistas somos muy trasparentes, se nos nota todo.
Y ayer se veía en la cara de los asistentes, en sus miradas, en los comentarios, en los corrillos, todos percibían que habían sido testigos de una intervención que no se olvida fácilmente, de las que marcan el comienzo de un tiempo, una fecha a señalar en el particular calendario de cada socialista.
Convencer dentro y fuera de que tiene un proyecto para España
Más de una hora de intervención, de explicación, encadenando razonamientos, haciendo propuestas, exponiendo opiniones, sin estridencias ni aspavientos, sin gritos, como el profesor que en el aula magna da una clase magistral que nadie se quiere perder. Rubalcaba es un gran orador, nadie lo discute, tiene una capacidad sobresaliente para explicar los temas más complicados o defender las decisiones más complejas, como adversario en un debate puede ser letal como parlamentario es brillante.
Pero ayer no se trataba de nada eso, no tenía que demostrar lo que ya todo el mundo le reconoce. Ayer tenía que hacer algo mucho más difícil. Debía convencer, dentro y fuera, a los propios y a los que miran al PSOE con cierta distancia y algo de resquemor, de que tiene un proyecto para España. Tenía que demostrar en algo menos de 70 minutos y 26 folios, que tiene respuestas a los grandes problemas, con propuestas ante cuestiones concretas, y con una idea clara de lo que España tiene que hacer entre 2012 y 2016 .
Los militantes hablarán del discurso, lo mismo ocurre en las redes sociales
Ha demostrado que el suyo es un proyecto profundamente identificado con los principios y los valores que han inspirado los mejores momentos del socialismo español a lo largo de tres décadas de democracia. Que junto a ese anclaje ideológico, es perfectamente consciente de los desafíos que tenemos que superar de forma inmediata y a medio plazo, de los compromisos que hemos asumido, y de las reformas que tenemos que emprender, más pronto que tarde.
Todo esto era muy importante porque se trataba de demostrar la solidez de un proyecto y el acierto del PSOE al haber elegido candidato a Rubalcaba. Pero tan importante como esta cuestión, lo es el que miles de militantes socialistas, de simpatizantes y votantes, han vuelto a sonreír después de unos meses muy duros y unos resultados electorales muy adversos. El lunes, en las agrupaciones socialistas de toda España, los militantes no hablarán de otra cosa, durante muchos días se harán alusiones al discurso de Rubalcaba y a sus propuestas. Lo mismo ha pasado en las redes sociales durante las últimas horas y, me da la impresión, que seguirá ocurriendo en los próximos días. En unos y otros lugares se recordará una de las últimas frases de Rubalcaba, “en esta campaña electoral, nada está escrito y nada está decidido de antemano”. Se va a recordar durante mucho tiempo, y dentro de unos meses muchos podrán decir con cierta emoción, “lo dijo el 9 de julio, en el Palacio de Congresos, y yo estuve allí”.
Antonio Hernando